Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS



Comentario

CAPÍTULO XXI


De Pachacuti Inga Yupangui, y lo que sucedió hasta Guaynacapa



Pachacuti Inga Yupangui reinó sesenta años, y conquistó mucho. El principio de sus victorias fue que un hermano mayor suyo, que tenía el señorío en vida de su padre, y con su voluntad administraba la guerra, fue desbaratado en una batalla que tuvo con los changas, que es la nación que poseía el valle de Andaguaylas, que está obra de treinta o cuarenta leguas del Cuzco, camino de Lima, y así desbaratado se retiró con poca gente. Visto esto el hermano menor Inga Yupangui, para hacerse señor, inventó y dijo que estando él solo y muy congojado, le había hablado el Viracocha creador, y quejándosele que siendo el señor universal y creador de todo, y habiendo él hecho el cielo, y el sol y el mundo, y los hombres, y estando todo debajo de su poder, no le daban la obediencia debida, antes hacían veneración igual al sol, y al trueno y a la tierra, y a otras cosas, no teniendo ellas ninguna virtud más de la que les daba; y que le hacía saber que en el cielo donde estaba, le llamaban Viracocha Pachayachachic, que significa creador universal. Y que para que creyesen que esto era verdad, que aunque estaba solo, no dudase de hacer gente con este título, que aunque los changas eran tantos y estaban victoriosos, que él le daría victoria contra ellos, y le haría señor, porque le enviaría gente que sin que fuese vista, le ayudase. Y fue así que con este apellido comenzó a hacer gente y juntó mucha cuantidad, y alcanzó la victoria y se hizo señor, y quitó a su padre y a su hermano el señorío, venciéndolos en guerra; después conquistó los changas, y desde aquella victoria, estatuyó que el Viracocha fuese tenido por señor universal, y que las estatuas del sol y del trueno, le hiciesen reverencia y acatamiento, y desde aquel tiempo se puso la estatua del Viracocha más alta que la del sol y del trueno, y de las demás guacas. Y aunque este Inga Yupangui señaló chacras, y tierras y ganados al sol y al trueno, y a otras guacas, no señaló cosa ninguna al Viracocha, dando por razón que siendo señor universal y creador, no lo había menester. Habida pues, la victoria de los changas, declaró a sus soldados que no habían sido ellos los que habían vencido, sino ciertos hombres barbudos que el Viracocha le había enviado, y que nadie pudo verlos sino él, y que éstos se habían después convertido en piedras, y convenía buscarlos, que él los conocería. Y así juntó de los montes gran suma de piedras que él escogió, y las puso por guacas, y las adoraban y hacían sacrificios, y éstas llamaban los Pururaucas, las cuales llevaban a la guerra con grande devoción, teniendo por cierta la victoria con su ayuda, y pudo esta imaginación, y ficción de aquel Inga, tanto, que con ella alcanzó victorias muy notables. Éste fundó la familia llamada Inacapanaca, e hizo una estatua de oro grande que llamó Indiillapa, y púsola en unas andas todas de oro, de gran valor, del cual oro llevaron mucho a Caxamalca, para la libertad de Atahualpa, cuando le tuvo preso el Marqués Francisco Pizarro. La casa de éste, y criados y mamaconas, que servían su memoria, halló el licenciado Polo, en el Cuzco, y el cuerpo halló trasladado de Patallacta a Totocache, donde se fundó la parroquia de San Blas. Estaba el cuerpo tan entero y bien aderezado con cierto betún, que aparecía vivo. Los ojos tenía hechos de una telilla de oro, tan bien puestos, que no le hacían falta los naturales; y tenía en la cabeza una pedrada que le dieron en cierta guerra. Estaba cano y no le faltaba cabello, como si muriera aquel mismo día, habiendo más de sesenta u ochenta años que había muerto. Este cuerpo, con otros de Ingas, envió el dicho Polo a la ciudad de Lima, por mandado del Virrey Marqués de Cañete, que para desarraigar la idolatría del Cuzco, fue muy necesario; y en el hospital de San Andrés, han visto muchos españoles este cuerpo, con los demás, aunque ya están maltratados y gastados. D. Felipe Caritopa, que fue bisnieto o rebisnieto de este Inga, afirmó que la hacienda que éste dejó a su familia, era inmensa, y que había de estar en poder de los yanaconas Amaro, y Tito y otros. A éste sucedió Topa Inga Yupangui, y a éste, otro hijo suyo llamado del mismo nombre, que fundó la familia que se llamó Capac Ayllo.